miércoles, 25 de febrero de 2009

El centenario de José María Vigil: La tragedia de los Filosofía en México. Por Roberto Casales García

Introducción

México, tierra de grandes pensadores, literatos y artistas; tierra fértil para el cultivo del saber y el arte; tierra de historia y cultura. Hoy por hoy hemos de reconocer que en nuestro país existen grandes pensadores y filósofos, de los cuales poco sabemos y mucho nos han querido ocultar. El miedo a contar la verdad nos ha llevado a escribir una historia oficial donde se enaltece a algunos y se excluye a otros. La gran tragedia de la filosofía en México ha sido uno de los efectos de esta mitología oficial que a lo largo de mucho tiempo se nos ha dado a conocer como la verdadera historia de nuestro país.
Grandes hombres han formado parte de nuestra historia, mismos que han sido llevados a las sombras del olvido. Hemos querido ocultar nuestro pasado y en consecuencia hemos pagado con el olvido de nuestra propia identidad y cultura. La tragedia de México vista desde la filosofía nos ha llevado a reconocer a grandes pensadores y dejar intactos a otros tantos de igual importancia. Nos ha costado reconocer el fruto de esta tierra, y por esto mismo los hemos sometido al yugo de una espada de doble filo; hemos cortado cabezas de importantes personajes históricos olvidando, así, quienes somos.
Desde nuestras raíces podemos encontrar filosofía de rostro y corazón, filosofías que de haberlas escuchado no estaríamos pagando con el enigma de nuestra historia. Nos han mentido diciéndonos que los derechos humanos tuvieron sus precursores en Francia cuando fue el filósofo novohispano Bartolomé De las Casas quien dio el primer paso hacia una nueva visión del mundo. Nos han vendido la idea de una mitología pagana que bien podría denominarse como la historia de los triunfadores.
Se les ha dado mayor peso a algunos filósofos y a otros se les ha relegado. Tal es el caso de José María Vigil, filósofo liberal y antipositivista mexicano por luchó a través de sus escritos por un México con un poco de sensatez y sentido común. Un gran pensador que debió haber pasado a la historia de la filosofía de México, pero que se le ha olvidado a los mexicanos. Vigil es, sin duda, uno de los más grandes pensadores mexicanos liberales, pero del no hemos querido reconocer sus aportaciones.

I. José María Vigil y la tragedia del reconocimiento de la filosofía en México

José María Vigil, como ya se apuntó, es uno de los más grandes pensadores liberales y antipositivistas de esta nación. Nació en Guadalajara Jalisco el 11 de octubre de 1829, y falleció en la Ciudad de México el 18 de febrero de 1909. Sin embargo, es uno de los muchos autores que han quedado en el olvido debido a esta mitología oficial. Es un autor que merece ser reivindicado, pero que hoy por hoy se encuentra sólo en libros y no en nuestra agenda histórica. Hace cien años que falleció y México actúa como si nunca lo hubiera nacido.
La tragedia del reconocimiento de la filosofía en nuestra nación, nos ha hecho olvidarnos del centenario de un personaje tan importante como lo es José María Vigil. Se han reconocido personajes como Don Justo Sierra o Don Benito Juárez, pero históricamente se han borrado a otros personajes como Don José María Vigil. José María Vigil ha sido relegado de la mitología oficial de México, pero es un autor que merece ser reivindicado. Razón por la cual aclararemos brevemente y a grandes rasgos quién fue José María Vigil.
Vigil fue, sin duda, uno de los más destacados antipositivistas de México en el Porfiriato. Y justo será un antipositivista porque era un pensador liberal convencido. Nacido en 1829 entró a estudiar en el Seminario Conciliar de Guadalajara, estudios que dejó inconclusos para dedicarse al periodismo y a la literatura. De 1856 a 1869 dirigió el periódico El País, y en 1863 se le encargo la dirección de la Biblioteca Pública del estado.
En diciembre de este mismo año tuvo que abandonar su ciudad y partir a San Francisco California debido a las amenazas por parte del ejército francés, donde editó la publicación periódica llamada El nuevo mundo. En esta publicación pugnó por la causa republicana y liberal de México. En el año de 1865 retomó su cargo como director del Periódico El país y de la Biblioteca Pública de Guadalajara. Para el año de 1869, Vigil partiría a la Ciudad de México para ocupar su cargo como diputado. Entre los años de 1871 y 1873 fue redactor en jefe del periódico liberal El siglo Diez y Nueve. Años mismos en los que se vivió el comienzo de la República Restaurada en México.
En las elecciones de 1871, Juárez, que llevaba 14 años en el poder, resultó electo por el Congreso de la Unión al no haber obtenido el suficiente número de votos para ganar la contienda electoral. Ante este evento Vigil se decepcionaría por los afanes reeleccionistas de Juárez y escribiría un artículo al respecto en el diario El siglo Diez y Nueve. “Sin embargo, por más que la actitud del presidente Juárez mereciera las críticas de José María Vigil, éste no dudó en condenar el levantamiento armado de La Noria, comandado por el candidato presidencial perdedor, Porfirio Días”[1].
Entre diciembre de 1873 y octubre de 1875 fue director del Archivo General de la Nación, y en abril de 1875 formó parte del cuerpo docente de la Escuela Nacional Preparatoria volviéndose, así, profesor de lengua española. En este mismo año fue elegido magistrado de la Suprema Corte de Justicia, aunque en este cargo ocuparía poco tiempo debido al triunfo del levantamiento armado de Porfirio Díaz. Tiempo en que editó y publicó la Historia de las Indias de Bartolomé de las Casas, así como publicó la Crónica mexicana de Tezozómoc.
En 1878 se incorporó como escritor al destacado diario El Monitor Republicano, donde denunciaría al nuevo régimen de acercarse una dictadura por ser producto de una armada militar y no de una elección democrática. Esta denuncia hecha por Vigil tenía por interlocutores a los redactores del periódico La Libertad, a saber, Los hermanos Sierra, Porfirio Parra entre otros que proponían un liberalismo conservador. En 1879 tradujo las Sátiras de Persio.
Pero será hasta 1780 que habrá dos sucesos importantes en la vida de José María Vigil. El primero haber logrado el puesto de director de la Biblioteca Nacional de México, donde enriqueció el acervo bibliográfico de manera notable. El segundo acontecimiento fue su asignación como titular de la cátedra de “Lógica, ideología y moral”, asignatura entes ocupada por el positivista Gabino Barreda. Este último evento traerá consigo la famosa “polémica de los libros de texto” entre Vigil y Porfirio Parra, alumno de Gabino Barreda.
Para 1880 Vigil escribiría su última publicación para el diario El Monitor Republicano, donde cerrará su ciclo como periodista político, aunque esto no significará el final de su carrera periodística. En 1881 se convertiría en miembro de la Academia Mexicana de la Lengua, la cual presidió desde 1894 hasta su muerte. Vigil fue uno de los primeros en publicar una revista de filosofía llamada Revista Filosófica con ayuda de Ireneo Paz (abuelo del literato Octavio Paz). Vigil también escribió el quinto tomo de la obra de historia titulada México a través de los siglos. En 1905 renuncia a su cátedra a causa de su acrecentada ceguera.
Otro dato importante para poder reivindicar a José María Vigil es que dentro de sus alumnos se encontraba el filósofo Antonio Caso, quien lo reconocería como un importante humanista, historiador y filósofo mexicano. “José María Vigil murió en la Ciudad de México el 18 de febrero de 1909”[2].
Conclusión
A partir de un breve recorrido por la vida de este personaje, uno puede inferir la importancia de José María Vigil no sólo dentro de la filosofía mexicana, sino también dentro de la historia de esta nación. El pensamiento de Vigil debe ser sacado del olvido en el que se había sumergido a causa de la mitología oficial, y debe ser reivindicado dentro de la filosofía de México. Él es, sin lugar a duda, uno de los más destacados pensadores que ha tenido este país, tanto por sus influencias liberalistas, como por sus contribuciones a la filosofía dadas en su actitud crítica frente al positivismo. Esta actitud crítica frente a los eventos políticos ocurridos en su época nos lleva a reconsiderar su papel histórico y filosófico.
José María Vigil representa una de las víctimas de la tragedia de la filosofía en México bajo el cargo de haber influido en el pensamiento filosófico liberal. La mitología oficial en la cual se encontraba sumergida nuestra nación, representa sólo un atraso para la historia del pensamiento, lo cual es fácil de mostrar en casos paradigmáticos como el de José María Vigil. Este personaje muestra un claro ejemplo de cómo hemos relegado a nuestros propios filósofos; aunque por otro lado representa también uno de los más importantes frutos de estas tierras.
En conclusión, el pensamiento de Vigil debe ser rescatado de las catacumbas para ser llevado de nuevo a la vida, ya que, si bien es un pensamiento muy conforme a su época, también es un pensamiento que puede ser aplicado a nuestra situación actual. Su pensamiento nos ayuda a comprender mejor la verdadera historia de México y sus raíces. La actualidad del mismo es, sin lugar a duda, innegable.
[1] HERNÁNDEZ PRADO, José. “Estudio Introductorio”. En: VIGIL, José María. Textos Filosóficos. México: UAM. P. 10.
[2] HERNÁNDEZ PRADO, José. “Estudio Introductorio”. En: VIGIL, José María. Textos Filosóficos. México: UAM. P. 21.

lunes, 23 de febrero de 2009

Ignacio Ramírez: “Los estudio metafísicos” por Roberto Casales García

Ignacio Ramírez: “Los estudio metafísicos”
Por Roberto Casales García

La clave para poder entender el discurso liberal de Ignacio Ramírez, alias “El Nigromante”, es conocer parte de su contexto histórico. Ignacio nace en el entonces llamado San Miguel el Grande en el año de 1818, y fallece en la ciudad de México en 1879. Este personaje se caracteriza por tener una amplia erudición autodidacta en su mayoría. Su actividad principal fue la literatura y la poesía, aunque desarrolló numerosos escritos científicos. La mayor parte de su obra quedó plasmada en las páginas de los periódicos liberales más importantes de su época. Gracias a su radicalismo político fue encarcelado varias veces, pero sin cambiar de convicciones fuer dentro o fuera de la cárcel. Ocupó varios puestos públicos donde uno de los más importantes fue haber formado parte del Congreso Constituyente de 1856-1857.
Ahora bien, lo primero que hará nuestro autor dentro de este ensayo referente a la metafísica será hacer una metáfora entre la relación infértil de un joven con una anciana, y la relación de la metafísica entre el entendimiento humano y la divinidad. Ambos casos serían infecundos y estériles según Ignacio Ramírez. Así, la metafísica no sería otra cosa que una especie de demencia la cual debe ser estudiada no como metafísico, sino desde su historia, ya que estudiar metafísica como metafísico “sería enloquecerse para estudiar la demencia”[1]. Es por esta razón que apela a la noción de “Tao” de Lao-tse, y la traslada a lenguaje metafísico, donde el “Tao” debe ser entendido como el “Ente”. Al respecto, Ignacio Ramírez nos dirá que no es gracias al estudio del “Tao” o del “Ente” que la gente ha conseguido avances culturales e industriales. Todo aquello que es inteligible es lo que los chinos llaman el “Tao”, para nosotros todos sus jeroglíficos metafísicos son un “Tao”.
En India, nos dice nuestro autor, existen varias escuelas metafísicas, “en las cuales el Tao no ha hecho más que cambiar de nombre y de jeroglíficos, sirviéndose con frecuencia de base a teoría prácticas y supersticiosas. De esta forma vuelve a resaltar la idea central de este artículo, a saber, que la metafísica es una relación estéril entre el entendimiento humano y la Divinidad, esto es, la cultura no avanza haciendo metafísica sino sólo en la praxis. Esto mismo se verá en su análisis de los griegos y de la filosofía cristiana. Un caso similar ocurre con la metafísica de la modernidad, y esto lo prueba a partir de un estudio breve sobre Kant, del cual dice: “que del mismo modo que sus antecesores, no ha dejado sino un rastro oscuro en el espléndido firmamento de las ciencias”[2].
La metafísica en general, en opinión de “El Nigromante”, nace de la revelación de la poesía, de la abstracción y de las hipótesis. La metafísica religiosa, por una parte, supone el conocimiento de Dios por todos los hombres, el cual es explicado por medio de los fenómenos físicos (empresa que pugna con la ciencia). La metafísica poética busca el origen del cosmos con la imaginación, la metafísica de la abstracción intenta dar clasificaciones que al final resultan vagas ya que nada explican. Y finalmente la metafísica hipotética es derribada con sólo negarle una hipótesis. De esta forma, todo sistema metafísico “se reduce a un tejido de suposiciones, y éstas jamás salen de límites muy estrechos”[3]. En consecuencia, la metafísica para Ignacio Ramírez es, en parte, una pérdida de tiempo y, por otra parte, aquella que nos conduce a los más opuestos absurdos, lo cual los lleva a diferir en el rumbo, esto es, en las conclusiones. En conclusión: “El terreno es tan estéril, que no han sido más felices los ensayos de una metafísica fundada en la física, como la formulada por la escuela de Locke y Condillac”[4].
[1] RAMÍREZ, Ignacio. “Los estudios metafísicos”. En: Pensamiento Filosófico Mexicano del siglo XIX y primeros años del XX. Ed. Carmen Rovira. Ciudad de México: UNAM. P. 389.
[2] RAMÍREZ, Ignacio. “Los estudios metafísicos”… P. 391.
[3] RAMÍREZ, Ignacio. “Los estudios metafísicos”… P. 391.
[4] RAMÍREZ, Ignacio. “Los estudios metafísicos”… P. 392.