jueves, 20 de mayo de 2010

Reflexión introductoria (Curso de ética, Fragmento): Roberto Casales García

Nuestra vida, según algunos hermeneutas contemporáneos, es el todo de una narración donde lo esencial es saber dónde estamos, qué camino hemos recorrido y a dónde vamos. Una vida lograda no sólo está afectada por un pasado, tampoco está destinada al presente aislado, sino que también debe buscar un camino que la oriente hacia un futuro. Nuestra narración es una historia sin fin en dónde el protagonista principal es cada uno. El papel principal de la obra, incluyendo al narrador, somos nosotros mismos. En términos de Frankl, nosotros mismos somos los únicos responsables de satisfacer esa voluntad de sentido, entendiendo por voluntad de sentido aquel hilo conductor que unifica y articula nuestra propia historia . “Si de algo estoy seguro, ya desde ahora, es de que yo soy el protagonista de esa narrativa que me acerca a una plenitud activamente abierta a los demás” .

Este hilo conductor que le da sentido a nuestra propia narración; este hilo conductor debe guiarnos a una vida plena y satisfactoria, es decir, a una vida lograda. Todo hombre, por naturaleza, tiende a un fin último, al cual están encaminados todos aquellos fines particulares. Este fin último o sentido de la vida, como lo llamarán Frankl y Grondin, es ese “algo” por lo que vivir, es aquel monumento que vamos construyendo paso a paso y que hace de nosotros un alguien. De esta forma, la búsqueda de un sentido o fin último es parte esencial de nuestra propia existencia; este hilo conductor, aún cuando en muchos casos sea difuso, se encuentra presente a lo largo de toda nuestra existencia. “El hombre es el único ser que se interroga de manera tan radical sobre el sentido de su existencia. Si se plantea la pregunta del sentido es porque tiene conciencia de la finitud de su existencia en el tiempo” . La búsqueda de sentido es una problemática que nos concierne a todos y a cada uno de nosotros.

No hay comentarios: